No es de mi devoción hablar de religión, política y fútbol. Con la Eurocopa aún en juego (esta misma noche se juega la final entre nuestros países vecinos), ya he comentado el tema futbolero. Y ahora toca hablar de los otros dos palos temibles en cualquier conversación que se precie. Hablaré, pero con actos. No hace falta mostrar posturas ideológicas. Y cualquiera que esté posicionado firmemente, se dará cuenta que no todo es blanco o negro.
Hace ya unos meses se logró planificar para un sábado 9 de julio un bautizo y una boda en una misma familia. De esa forma y con gran esfuerzo por parte de los organizadores, se podría unir a todo el mundo en la misma mesa. Un deseo que casi se trunca por los actos de ciertas personas religiosas y políticas.
El primer traspiés ocurrió días antes de la celebración doble y directamente incidía en el bautizo: hubo un comunicado a los padres por parte del cura responsable de que él se iba de vacaciones y que se buscaran un cura. Un gesto que se quiso endulzar proponiendo, posteriormente, una alternativa 8 horas más tarde en el mismo lugar. Por cierto, recordemos que existe cierta preparación en este tipo de eventos a la hora de reservar restaurante para un determinado número de comensales. Al final, moviendo hilos, se logró programar in extremis el bautizo a esa hora en otro lugar. Pero el daño ya estaba echo. No veo complicación alguna en avisar a un sustituto para concluir la misa. Pero se intuye una enorme desorganización eclesiástica que sólo se llegó a organizar desde fuera.
Como se puede deducir, programar ambos festejos conlleva ciertos sacrificios para que la mayoría de la gente esté contenta. La novia de la boda debía perderse el bautizo de su futura sobrina “oficial” para poder estar todo lo guapa que desease ante, al menos, su pareja. El ajuste en los horarios era más que importante. Un horario que se siguió a rajatabla ante el respeto que, por sentido común, se debe mostrar cuando la boda se oficia por lo civil. La llegada al salón de plenos del ayuntamiento fue 7 minutos antes de la hora prevista. Pero pasaron los minutos. No había movimiento exceptuando el de un trabajador del concejo que llevó los papeles impresos y que volvió con cara descompuesta para decir que “no estaba la concejal que iba a oficiar la boda”. ¿Que no estaba la concejal?. Vamos a ver. Si una pareja realiza todos los tediosos trámites burocráticos, pagando sus respectivas tasas, estando seguros de que ese día y a esa hora se debía realizar el casamiento digo yo que la concejal responsable estaría al tanto. Cosa que puedo asegurar puesto que pude verificar su asignación en los papeles al estar allí su nombre impreso. Pero ahí no queda la cosa. Según nos informaron, la susodicha responsable afirmó que había hablado con uno de los novios días antes. Evidentemente, fue una grandísima mentira a modo de excusa que no sirvió más que para acrecentar el malestar. Para poder cumplir el deseo de novios y familia, tuvo que venir el concejal que estaba trabajando (él sí) en el tanatorio de la localidad.
Como podéis imaginar, todo salió al final como cabía esperar. Con risas y alabanzas, sonrisas y besos, brindis y tarta. Porque la familia no se amedrenta ni se rinde ante IMPRESENTABLES. Unos impresentables que se muestran como figuras públicas y sus actos hablan por sí solos.
Ponferrada, 10 de julio de 2016.
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